Una mayoría falsa y circunstancial
16.01.2016 21:52Jose A. MArtínez Herranz / Crónicas del Pueblo
Constituye un punto común del credo independentista afirmar con mayor o menor nitidez que disponen de una mayoría social a favor de la secesión, a título de ejemplo, las palabras del Sr. Mas en el discurso de su frustrada investidura (9-11-15): “Tenim un mandat democràtic majoritari per tal d’iniciar el procés que ha de permetre construir un nou Estat... “ Mienten.
Si echamos la vista atrás veremos claramente que desde la recuperación de la democracia en 1977 las distintas convocatorias electorales: municipales, autonómicas, nacionales y europeas, han proporcionado a los independentistas no más del 15-20% de los votos, en el mejor de los casos.
Por lo tanto que dispongan de modo continuado de una mayoría social es radicalmente falso, este hecho es importante porque cuando se habla de obtener una mayoría de ciudadanos partidarios de la secesión, se habla siempre de una mayoría continuada, no de forma puntual en un momento determinado, ese es, por ejemplo el sentido de la mayoría a la que se refiere la Ley de Claridad canadiense(Clarity Act) en el conflicto de Quebec como requisito indispensable para “iniciar conversaciones” con el Estado.
Los independentistas han obtenido en las elecciones autonómicas del 27-S su mejor resultado en mucho tiempo, un 47,74% de los votos pero aun así, no han logrado la mayoría suficiente que buscaban y todos los observadores están de acuerdo en que si se han de interpretar como un plebiscito, éste, lo han perdido
Induce a error en este sentido el hecho de que con un porcentaje inferior al 50% de los votos, han conseguido mayoría absoluta en el Parlament, la paradoja se explica como consecuencia de la ley electoral , una ley que favorece a las zonas rurales del interior en detrimento de las zonas urbanas de la costa y que hace, por ejemplo, que un diputado en Lérida cueste 15.000 votos y en Barcelona 31.000, más del doble.
Con lo expuesto es suficiente para contestar la pretensión de los partidarios de la secesión de que representan a la mayoría de nuestros conciudadanos, ni es así, ni lo ha sido nunca.
La cota mencionada del 47,74% no solo no representa, es evidente, la mayoría del electorado, sino que además, es un resultado absolutamente breve y coyuntural como lo demuestra el hecho de que los comicios celebrados el 20-D, apenas noventa días después, otorguen a los partidos independentistas el 31% de los votos.
Con tan exiguos resultados, pretender arrastrar a la población tras una declaración unilateral de independencia como se quería hacer con la resolución, del Parlament de fecha 9-11-15, hoy anulada por el Tribunal Constitucional por unanimidad, no sólo resulta inviable sino que sus promotores se colocan a sí mismos, y de forma indirecta a todos nosotros, en una situación de incuestionable bochorno.
Para completar el disparate democrático, la declaración ha sido remitida por la Sra. Forcadell, sin ningún miedo al ridículo, al Secretario General de las Naciones Unidas (sic) y a todos los líderes occidentales, causa rubor pensar la imagen que proyectan de todos nosotros unos iluminados que, apoyados por el 31% del electorado, pretenden: vulnerar completamente las leyes democráticas de un estado de derecho en la Europa del siglo XXI, no acatar las sentencias de los tribunales de justicia y, para colmo, pregonar sin recato a los cuatro vientos sus delirantes propósitos.
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