Suplicas a una Madre

Ramón Buitrago / Crónicas del Pueblo

Ingrato.

Me siento, egoísta e ingrato.

Por esos abrazos olvidados, por esos besos que solo di cuando te habías ido.

Ingrato.

Por tener vergüenza de acariciarte, de besarte, de abrazarte, como tu hubieras querido.

Egoísta, siempre que piense en ti, me diré egoísta. Tuve tiempo para mí, tuve tiempo para todo y a ti. A ti, te deje la última.

Ahora te veo las arrugas de mis olvidos.

Arrugas de momentos sin besarte, de momentos sin ti, que hoy me faltan.

 Sin que pudieras apoyar tus años en mí, sin poder abrazarte y que me abrazaras.

¿Cuándo fue mi último” Te quiero”?

¿Cuándo mi última caricia?

Pero aun no esta tarde, aún estamos a tiempo.

Déjame ser tu bastón para recorrer el camino.

Déjame ser tu pañuelo, para que lloremos por el tiempo perdido.

Déjame ser tus brazos y tu vista, tus piernas ya cansadas.

Déjame ser tu memoria, para que no olvides tiempos vividos.

Y sobre todo déjame pedirte perdón.

Perdón, por no ser el hijo que merecías.