Sagan: merecido premio a la constancia

27.09.2015 22:38

Víctor Díaz / Foro Deportivo

Peter Sagan es el nuevo campeón del mundo de ciclismo en ruta. Después de toda una temporada marcada por la consecución de segundos puestos quebrada únicamente por un solitario triunfo en la última Vuelta (de la que tuvo que retirarse tras ser atropellado por una moto de la organización), el destino le ha brindado el mejor triunfo de su carrera a este talentazo eslovaco, compañero de Alberto Contador en el Tinkoff-Saxo.

Sagan, tan listo como siempre pero carente de fortuna en 2015 hasta hoy, lanzó su definitivo ataque a tres kilómetros de la meta, justo después de superarse el doble y durísimo repecho adoquinado del que constaba el recorrido, para ganar por delante del australiano Michael Matthews y del lituano Ramunas Navardauskas.

Hasta entonces la carrera, de 261 kilómetros, había estado marcada por el movimiento. El circuito, de 16,5 kilómetros ubicado en Richmond, capital del estado de Virginia (Estados Unidos), apenas si ofrecía dificultades orográficas, a excepción de los últimos 4,5 kilómetros, en los que sí que se podía romper la carrera.

Allí, a falta de poco más de dos vueltas, se formó un grupo de siete corredores con el vigente campeón, el polaco Michal Kwiatkowski, un ilustre veterano y campeón como el belga Tom Boonen, el holandés Bauke Mollema y Dani Moreno como representante español, continuador de la labor realizada en las vueltas anteriores por Lluis Mas, Imanol Erviti o Rubén Plaza.

La fuga no llegó a buen puerto porque, por detrás, Alemania (con el teórico gran favorito, Degenkolb) e Italia no permitieron que cogieran mucha distancia. En el último giro el veterano estadounidense Tyler Farrar y el bielorruso Kanstantin Siotsiou atacaron antes del duro final, pero apenas consiguieron abrir hueco. En el pavés, Degenkolb junto a otros dos consagrados rodadores como el belga Greg Van Avermaert y el holandés Nikki Terpstra, demarraron pero apenas si consiguieron distancia sobre un grupo en el que Alejandro Valverde quedaba, una vez más, como principal baza española, pero sufriendo mucho más que en otras ediciones.

La hora de Sagan

Fue entonces cuando Sagan, en la bajada, dio el tirón definitivo. Poco a poco el eslovaco fue adquiriendo los metros necesarios para terminar entrando vencedor en la línea de meta. Por detrás Van Avermaert y el danés Matti Breschel intentaban sin éxito darle caza; mientras que en el grupo principal Luis León Sánchez peleaba por acercar a la cabeza a un Valverde que, en esta ocasión, no tenía las piernas de otros años.

El último kilómetro se le hizo durísimo a Sagan que, no obstante, tuvo tiempo de sobra para saborear una victoria que compensaba, sin duda, todos los sinsabores vividos a lo largo y ancho de los últimos meses. Su constancia y el no rendirse jamás recibió el merecido premio que su calidad ya demandaba, mientras que Matthews y Navardauskas, en un sprint que nos hurtó el “maravilloso” realizador de la televisión estadounidense, se hicieron con la plata y el bronce, respectivamente. Valverde quedó quinto; esta vez ni siquiera pudo lograr una medalla que habría sido la séptima de su palmarés.

Una lástima, pero así es el deporte. Y si no, que se lo digan a un Sagan que, en los próximos doce meses, lucirá orgulloso el maillot arco iris… al tiempo que luchará contra la maldición que dice que el portador de la preciada prenda no suele hacer, al año siguiente, una campaña destacada precisamente. Pero que le vengan a él, precisamente a él, con maldiciones ahora.

—————

Volver