Ruth Beitia, como el buen vino
21.03.2016 13:13Víctor Díaz / Foro Deportivo
El atletismo español ha terminado los Mundiales en pista cubierta que se han celebrado este fin de semana en Portland (Estados Unidos) con una única medalla en su casillero. ¿De quién? Pues, a falta de la marcha, de Ruth Beitia, como casi siempre.
La cántabra logró ayer la medalla de plata en salto de altura con una marca de 1,96, sólo superada por la insolente norteamericana –en el buen sentido- Vashti Cunningham, de 18 años, que saltó la misma altura, pero a la primera –Ruth lo hizo a la segunda-.
A sus 36 años, Beitia sigue manteniendo o mejorando progresivamente sus prestaciones desde que, de forma momentánea, anunciara su retirada hace cuatro años. Entonces, ya con más de 30 y tras rozar la medalla en Londres 2012 después de ser campeona europea, esta eterna larguirucha dijo que lo dejaba, que su carrera deportiva llegaba a su fin en el siguiente campeonato de España.
Pero se lo pensó mejor, y desde entonces no deja de ganar medallas en grandes campeonatos: de todos los metales, de todos los colores, en Europeos y en Mundiales, en pista cubierta y al aire libre. Tan sólo “falló” el año pasado, siendo 5ª tanto en el Europeo en pista cubierta como en el Mundial al aire libre… pero a cambio logró el hito histórico de ser la primera atleta española –hombre o mujer- en ganar la Diamond League, la gran liga atlética creada impulsada en 2010 por la IAAF en sustitución de la Golden League –que tampoco llegó a conquistar ningún atleta nacional-.
El de Ruth Beitia debería ser el ejemplo a seguir en cualquier escuela del deporte, y de muchos ámbitos de la vida en general. Pasan los atletas, pero ella sigue ahí, como el buen vino, mejorando año tras año. En Río, con los 37 ya cumplidos, ella compartirá “responsabilidad” con la marcha de Miguel Ángel López y con el nacionalizado Orlando Ortega, favorito para la medalla en 110 metros vallas. Parece difícil que suba al pódium, pero con semejante progresión y con el atletismo ruso en jaque por el ya célebre Meldonium y el dopaje generalizado, no hay que descartar absolutamente nada.
(IMAGEN: REUTERS)
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