Nadal renace otra vez en la tierra de Montecarlo

17.04.2016 18:26

Víctor Díaz / Foro Deportivo

Casi dos años hacía que Rafa Nadal no ganaba un título importante, más concretamente desde Roland Garros 2014; y más o menos el mismo tiempo desde su último Masters 1000, en la Caja Mágica madrileña donde batió a un Kei Nishikori disminuido por sus problemas físicos.

Pues esa doble racha ha caído esta tarde en el Masters 1000 fetiche del manacorense: Montecarlo. Hoy Nadal ha derrotado en la final a un muy batallador Gael Monfils (7-5, 5-7 y 6-0) después de 2 horas y 45 minutos de juego; y ha sumado su noveno título en el torneo monegasco, su 28º en los Masters 1000 (empata con un Djokovic que había aprovechado su sequía para superarle), y el 68º de su carrera deportiva.

La emoción que embargaba tanto a Rafa como a todo su entorno quedaba reflejada en la mirada y la sonrisa de Xisca Perelló, su novia, en las gradas de la pista central del Country Club de Montecarlo. Sólo ella y unos pocos más deben saber de verdad lo que ha sufrido el gran campeón español, un auténtico ave Fénix, a lo largo de todo este tiempo de tinieblas físicas y tenísticas, del que parece salir definitivamente.

Cada vez más a punto

No hay que lanzar las campanas al vuelo: el Nadal de sus mejores tiempos habría “despachado” a Monfils bastante antes de lo que lo ha hecho hoy, a pesar de la espectacularidad del juego del francés. A Rafa aún le queda para volver a acercarse al que no es sino el mejor jugador de la historia del tenis en tierra batida; pero poco a poco sigue en camino.

Porque lo cierto es que, en un Masters 1000 con todos los “gallos” en disputa –también Djokovic, aunque pinchase en su primer partido-, Nadal ha ganado en cuartos de final al campeón de Roland Garros, Wawrinka; a otro “top-ten” como Murray en semifinales; y a un tipo que está cerca de ellos como este Monfils que hoy ha vendido carísima su derrota hasta que el físico le ha aguantado. Un cuadro como mínimo más que respetable.

Y es que la resistencia física y la mentalidad han sido las claves en esta batalla con tanta irregularidad como intensidad y golpes donde los haya. De hecho, los dos primeros sets calcaron el patrón de juego así como el desarrollo, pero a la inversa. La agilidad y fortaleza del brazo del francés contrarrestaba los intentos de Nadal de imponerse con los puntos de larga duración y desde el fondo de la pista.

Las dos primeras mangas fueron una sucesión de “breaks” y “contrabreaks”: en la primera cada vez que Rafa cobraba ventaja se encontraba con la respuesta de Monfils, que parecía jugar mucho mejor con el marcador igualado o en contra que a favor. Un total de dos breaks para cada uno, con juegos disputadísimos, hasta que Nadal, tras varias intentonas, logró romper por tercera vez el saque del moreno de brazos largos, en el duodécimo juego (7-5).

Quien más quien menos podía esperar que, en el segundo set, Rafa tomara el mando y resolviera definitivamente la papeleta; pero ya decimos que a este Nadal aún le falta un poco para dominar con mano de hierro, incluso en tierra batida. Monfils le rompió el saque en el tercer juego, confirmó en el cuarto y a punto estuvo de hacerle un doble “break” en el quinto. Entonces, con 1-3 y pelota de 1-4, Rafa no sólo salvó los muebles sino que, en el siguiente, consiguió igualar a tres. Como en el set anterior, las roturas de saque continuaron sucediéndose hasta que Rafa logró ganar su saque y colocarse 5-4. Parecía entonces que Monfils, que ya daba muestras de que la gasolina se le acababa, podía ponerse nervioso con su servicio, pero nada más lejos de la realidad: tres juegos seguidos entre sus increíbles golpes y el nerviosismo de Rafa, y partido igualado (5-7).

Se impuso el mejor físico de Rafa

Fue el canto del cisne para el francés, que en el tercer y definitivo set se vino abajo frente a un Nadal que, por el contrario, pareció casi con más energía incluso que al empezar el partido. A falta todavía de un tenis excelso, sin duda es una excelente noticia para seguir confiando en su renacimiento total. El 6-0 fue concluyente, con un último punto de derecha paralelo marca de la casa, de sus grandes años, de cuando Rafa era no sólo el rey del polvo de ladrillo, sino también de todo el circuito.

Dicen, probablemente con toda la razón del mundo, que por mucha mejora que experimentes en tu juego si las victorias no llegan no habrá evolución posible; que son los triunfos los que te dan la moral que todo campeón necesita para volver definitivamente por sus fueros. Si eso es así, tengan por seguro que Rafa Nadal está cada vez más cerca de conseguirlo, al menos en la superficie en la que está a un solo título en cantidad de Guillermo Vilas, pero en la que es, como comentábamos anteriormente, el mejor de toda la historia del tenis. Su siguiente parada, esta misma semana, será el Godó (ATP 500), en las pistas del RC Tenis Barcelona; luego vendrán Madrid, Roma… y Roland Garros, donde ya nadie descarta que acuda con serias opciones de obtener, ahí es nada, su décimo título.

(IMAGEN: MARCA.COM)

—————

Volver