Mea culpa, por Rosa Sánchez

03.07.2015 10:45

Échame la culpa a mí

por mis reacciones violentas,
por no saber dialogar…
por preferir ver la televisión
antes que hablar…
Dicho así, es lo normal:
¡échame a mí la culpa!
 
Queda bien, por supuesto,
para algo eres perfecto.
¡Di que sí!
 
Échame la culpa a mí
por, sin ser llamada,
acudir a ti.
En tu ayuda.
Porque hasta a eso te aferras.
Inconsciente mente.

Como nunca hubo consejos,
ni demostraciones, ni hechos:
échame la culpa a mí
como lo vienes haciendo...

Échale la culpa a mi edad,
a mis muchas carencias,
a mis complejos e inexperiencia,

malas reacciones y defectos…

No estoy hecha para ti.

Habla de mis esperanzas,
de mis sueños,
de los secretos confesados
con el corazón abierto...

Échame la culpa a mí

y las medallas para ti.
Queda bien ante los hombres,
anda, no vayas a ser estúpido...

Y cuando te llame
el Gran Espíritu

a confesar ante su presencia,
dile que tenga clemencia,
que, aunque yo no sea nadie,
en mi propio nombre di
que la culpa la tuve yo.

Es sólo mía
por haber confiado en ti.

Culpable, sí.

Culpable yo,
quien te suplica perdón.
No voy a ser como el perro
que aun siendo apaleado
porque intenta defenderse
encima queda como malo...
o aún peor.

Culpable, sí.

Mea culpa, mea culpa,
mea maxima culpa.

Sic transit gloria mundi.

Sic transit.

 

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