El procés y la historia inventada
14.03.2016 20:10José Antonio Martínez Herranz / Crónicas del Pueblo
El nacionalismo que ha detentado la mayor parte del poder político en Cataluña durante los últimos 37 años y que nos ha conducido a la situación en la que ahora nos encontramos, ha tenido como obsesión divulgar, en especial a través de los medios de comunicación públicos como TV3, una visión de la historia que sirva sin reparos a su proyecto político.
Esta obsesión ha tenido a su vez como máximo exponente, al socaire de los fastos de 1714, el simposio “España contra Cataluña” que resume, en una sola frase, la visión de la historia que nuestros nacionalistas pretenden airear y que alguien tan poco cuestionable como el hispanista John H. Elliot, calificó directamente como “disparate”.
Que los políticos nacionalistas pretendan servirse de la historia, utilizarla como instrumento y apoyo de sus posiciones no tiene nada de extraño, lo que resulta vergonzoso es que los profesionales de la historia en Cataluña se hayan sometido, en su mayor parte, a los dictados y necesidades del nacionalismo gobernante a partir de 1980.
No se trata para estos seudohistoriadores de investigar para conocer la verdad, sino de buscar pruebas que acrediten a posteriori las conclusiones que se han fijado al principio y que se entiende sirven al interés del “movimiento nacional”.
Así lo expresaba, hace pocas fechas uno de nuestros pocos historiadores de prestigio internacional, el doctor Jordi Canal (Olot, 1964) profesor en la École des Hautes Études de Paris: “La historia (catalana) ha vuelto a ser nacionalista, se ha puesto al servicio de lo que hemos llamado <el procés>”, La Vanguardia (13-09-15).
Como consecuencia, dice el mismo profesor: “hoy la historiografía catalana cuenta muy poco fuera de Cataluña…” porque “poner la historia al servicio de algo no deja de ser una prostitución de la profesión que acaba siendo la gran perjudicada”. Resulta pues dudoso que los historiadores catalanes actuales, en general, sean dignos sucesores de Vicens Vives o Pierre Vilar.
De esta forma, se ha construido primero y divulgado después, una visión ficticia, irreal, en definitiva, falsa de nuestra historia donde, tal y como señala el último premio Nacional de Historia R. Fernández (Hospitalet,1955), el victimismo es su hilo conductor. Tal y como reza el axioma independentista: la culpa és de Madrit tant de dia com de nit.
En resumen, esa visión idealizada de la historia, carente de todo fundamento científico, sólo justifica su existencia por la necesidad que tiene todo nacionalismo de un enemigo exterior al que culpar de las sombras de nuestro pasado, de las penurias del presente y aun de las desventuras de nuestro incierto porvenir.
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