El bestia y la bella
12.10.2015 20:35Javier Campelle y Ana Marlo
(VOZ DE HOMBRE)
Vamos a contar un cuento, pero no de esos cuentos fantásticos de hadas en los que la rana o la bestia se convierten en el príncipe azul o la princesa encantadora, en este, por desgracia, el príncipe se convierte en la bestia. Pero no de esas, que, a pesar de su aspecto se vuelven adorables y les acabas cogiendo cariño, no, es de esas que, a pesar de su aspecto, acaban dando autentico miedo. No es una historia fantástica e inusual, a veces, donde menos lo esperas, y la persona que menos te imaginas, está viviendo este cuento de terror.
Vamos a hablar de esa persona, esa que tú crees saber todo de su vida, porque la conoces desde hace años, prácticamente desde la infancia, con la que tomas de vez en cuando un café y que lleva una vida absolutamente normal… ¿normal?, si tú supieras lo que ella daría por un poco de normalidad en su vida.
Esa persona conoció un día a un príncipe encantador, un ángel en apariencia, que le hizo soñar con un futuro lleno de amor e ilusiones, que le trataba como a una princesa, dándole toda serie de caprichos, de halagos, de palabras hermosas, mi amor, cariño, vida mía… ¿Cómo no iba a sentirse la mujer más feliz del mundo, pensando en la vida que le esperaba junto al hombre perfecto?
Construyó junto a él un hogar donde afrontar ese futuro, entre ellos prácticamente seguía todo igual, alguna que otra discusión ocasional, pero, ¿de qué podía quejarse, si era un pedazo de pan, si hasta salía corriendo a comprarle un regalo después de cada crisis para compensarla?, no, el jamás le haría daño, si la quería con locura, por Dios¡¡¡. Hasta el día que la empujó contra la pared…
A partir de ese momento, las cosas empezaron a cambiar, ha sido un mal momento, pensó ella, un calentón que se le ha ido de las manos, pero si me adora, esto no va a repetirse, seguro, y la realidad es que se repite… y aun más, a partir de ahí, empezaron los desprecios, los rechazos, los insultos, las vejaciones, porque no os engañéis, es una bola de nieve que, lejos de parar, se hace cada vez más grande, poneos un momento en su lugar, para que os hagáis una idea, llega un momento que te hacen sentir la mayor miseria del mundo, peor, te llegas a creer que eres la mayor miseria del mundo y te sientes culpable de no poder estar a la altura de ese ser “maravilloso” que te está destrozando la vida, cuando te dice cosas como “pero tú que sabrás, si no tienes ni idea de nada” o “¿trabajar tu?, si no sabes ni arreglar tu propia casa”, día tras día notas que tu opinión no sirve de nada, que cualquiera de tu entorno pinta más que tu, y que no eres más que una marioneta en manos de la persona menos indicada.
Recuerdas al principio de la convivencia cuando oías la llave en la puerta y salías corriendo a recibirle con cariño, después de llevar casi todo el día echándolo de menos, ahora, suena la llave en la cerradura, y te echas a temblar, porque sabes que lo que se abre es la puerta del infierno ,de tu propio infierno, ya no tienes ningún control sobre la situación y ya no sabes cuál va a ser el detonante esta vez, si te arreglas mucho, “¿Para quién te estás vistiendo así?”, sí no te arreglas, “estás que da asco mirarte”, hagas lo que hagas siempre supondrá un problema, y, cuando ya te ha hundido lo suficiente, llegan los golpes, ahí, la bestia se desata completamente y te usa como un saco de boxeo donde descarga toda su brutalidad y toda la ira que no descarga con los demás, porque, tenedlo claro , son unos cobardes que no son capaces de hacérselo a otra persona, y luego se desahogan contigo, arrancando con cada golpe un trozo de tu alma.
Al final, los besos se convierten en puñetazos y bofetadas, los abrazos, en empujones y patadas, y ahora, cada vez que te hace el amor, te fuerza, prácticamente, te viola, en eso se convierte tu historia de amor con el príncipe encantador, una vez que se ha convertido en bestia. Llega un momento, en el que piensas que uno de esos golpes puede ser el último, porque, en uno de esos arranques que tu “provocas”, te puede matar, incluso llegas a pensar, cuando la desesperación es máxima, que si te mata, te hace un favor, porque así, dejas de sufrir, quizás sea la única forma de escapar al infierno…
Ahí es cuando dejas que el miedo te domine, y por mucho que te quieran ayudar, no ves ninguna salida clara, el ha ganado. A la protagonista de nuestro cuento le sucedió todo esto que os he contado y, el que debía protegerla, cuidarla y rescatarla de cualquier mal acabó convirtiéndose en el villano del cuento, por lo que, por desgracia, su historia, en lugar del típico final de “vivieron felices y comieron perdices”, iba camino de “vivió como una desgraciada y murió como una infeliz”.
(VOZ DE MUJER)
¡¡¡Basta ¡!, lo siento, pero me niego a ser un numero en una estadística, un crespón negro en un balcón o una bandera a media asta en el ayuntamiento de mi pueblo.
Nunca me doblegaré ante la sinrazón de una persona, que por creerse superior a mí, me humille y me degrade, hasta hacerme sentir que solo soy un despojo humano.
Porque tengo dignidad, valentía… valores de los que el carece, porque el solo hecho de levantar una mano, de dar un grito, o de insultar, los convierte en seres despreciables, en personas sin autoridad moral, en cobardes que solo saben utilizar la fuerza para llevar razón.
Soy una superviviente. Estoy llena de vida, de coraje, de esperanza… tus intentos de degradarme, han fallado, me he convertido en una mujer más fuerte, más segura, ¿y sabes qué?, no me ha hecho falta gritarte, para demostrar que soy mejor persona que tú. Ahora, comete tu orgullo, tu prepotencia, tu virilidad…. Porque yo sigo viva, y tú, tu eres un muerto en vida.
Simplemente, el cuento ha cambiado y yo decido como termina.
—————