
O eres fobo o eres ista
23.03.2016 21:49Ramón Buitrago / Crónicas del Pueblo
Pues hemos llegado a un punto en el que hay que medir muy bien las palabras si no quieres que te tachen automáticamente y sin dejar que después argumentes tus comentarios, como machista, racista, homòfobo o de una larga lista de palabras terminadas en “fobo” o “ista”.
Si comentas con datos, algo sobre la inmigración, pues eres un racista, si comentas o condenas cabreado y dolido los crímenes cometidos por los terroristas musulmanes, enseguida te recuerdan las crímenes que en la edad media se cometieron en nombre de la iglesia católica o la represión a la que ha estado sometida la sociedad musulmana por parte de los países imperialista, por lo que eres un racista un xenófobo y un ignorante, si de lo que te quejas es de que no quieres que tus costumbres y tradiciones sean boicoteadas, cambiadas o abolidas por otras más modernas, mas “laicas” pues resulta que eres un intolerante, un facha, fascista y anticuado adorador del régimen franquista.
Está de moda todo lo que suene a igualdad, a integración, a tolerancia, pero parece que la integración, la tolerancia y la igualdad la tenemos que tener siempre los mismos.
Entiendo perfectamente que personas que estén pasando hambre, que vean a sus hijos sufrir, sin esperanzas de futuro en sus países, busque, viajen y hagan todo lo necesario para el bienestar de sus familias, para el bienestar propio y estoy completamente de acuerdo en que todo ser humano, tiene derecho a comer a vivir a tener expectativas de bienestar y de querer el mejor futuro para sus hijos. Y es precisamente por ese motivo por que no entiendo la inamovilidad de sus costumbres.
Estoy a favor del bienestar de todo ser humano, quisiera que nadie pasara hambre, quisiera que ningún niño se halle con síntomas de desnutrición y que todo el mundo tenga una vivienda digna y viva en un país donde no sean masacrados por ideología o religión. Pero también pido un mínimo de convivencia, un mínimo de respeto a las tradiciones, costumbres y formas de vida del país que los acoge.
Nunca me ha importado a la hora de valorar a una persona ni su sexo, ni a quien le reza, ni con quien se acuesta, al igual que jamás me ha importado el color de la piel de un ser humano. Todos somos personas y todos tenemos los mismos derechos y todos tenemos la obligación de respetar las leyes y costumbres del país donde vivimos.
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