Me preocupa..., por Ramón Buitrago
18.01.2015 14:17Crónica de un país sobradamente preparado
Pocas son las señales de una inminente recuperación económica. Pocas son las mejorías que a pie de calle se observan. Tampoco quiero ser pesimista, no digo que la macroeconomía, las grandes empresas, los bancos, la bolsa… todo ese gran mundo que queda a años luz de nosotros, los pobres ciudadanos, no hayan notado una mejoría y vean un futuro más halagüeño y esperanzador que el nuestro. Pero a nosotros lo que nos interesa, lo que realmente nos preocupa, no son esas cifras que nos marean desde los informativos, no es el precio del petróleo, ni la prima de riesgo, ni tan siquiera las subidas y bajadas de bolsa, ya sea la de Madrid o la de Tokio…
A nosotros nos preocupa que no descienda el número de desahucios. Nos preocupa que se siga incrementando el número de parados, que siga subiendo el recibo de la luz, que siga habiendo personas en los contenedores de basura de los supermercados rebuscando para comer… nos preocupa que en Cáritas no deje de aumentar el número de familias a las que tienen que ayudar para poder comer, para pagar la luz, o para comprar una bombona de butano. Nos preocupa más que la corrupción, que los independentistas, la monarquía, e incluso más, que el ganador o ganadores de las próximas elecciones.
Me sigue preocupando y sorprendiendo ver a un joven con dos carreras universitarias (Administración y Gestión de empresas y Derecho) trabajando en un supermercado por un sueldo que hace unos años era un insulto, una cantidad de horas indecentes y con un contrato laboral que la única seguridad que te da es la que a la primera queja estas de patitas en la calle.
Si no podemos trasmitir seguridad y esperanza a nuestra juventud, mal vamos. Si no podemos decirles que estudien, que se esfuercen, que esas largas noches estudiando y preparando exámenes tendrá su recompensa en un futuro, mal vamos. Si hagan lo que hagan, se esfuercen lo que se esfuercen, sólo podemos ofrecerles, con un poco de suerte, un puesto de cajero en un supermercado, o irse de su país, dejar a familia y amigos, y probar suerte a miles de kilómetros de su hogar, mal vamos.
No podemos consentir que se esté creando una generación sin ilusión, sin expectativas de futuro, sin una seguridad laboral que les permita pensar en casarse, tener hijos o formar nuevas familias. No podemos consentir, que esa generación crezca sin creerse que el esfuerzo tiene su premio. Que, si lo mereces, tendrás tu oportunidad. Que trabajando duro, con sacrificio, el día de mañana tendrás la oportunidad de devolverle a tu familia, a tus amigos, el esfuerzo que hicieron para que tú fueses un “profesional sobradamente preparado”.
Creeré en los “brotes verdes” y “en la luz al final del túnel” cuando nuestros jóvenes, con o sin preparación, no se tengan que ir a Inglaterra a fregar platos o tengan que trabajar 10 horas diarias, de lunes a domingo, por poco más de 600 euros y con un contrato de “formación” que ya te incluye en el sueldo vacaciones y pagas extras… algo por lo que tuvimos que luchar tanto en otras épocas.
Echo de menos gobernantes que, de verdad, velen por los derechos de los trabajadores. Echo de menos empresarios honestos y honrados, con escrúpulos, que no aprovechen la excusa de la crisis para amenazar con despidos, reducir sueldos y encima se agarren a cualquier resquicio legal para restar derechos a sus trabajadores. Pero sobre todo, echo de menos sindicatos leales, honrados, coherentes y justos con trabajadores y empresarios.
—————
